miércoles, 3 de marzo de 2010

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Chile intentó este martes volver lentamente la normalidad en medio de los devastadores efectos del terremoto de 8,8 grados Richter que afectó el pasado sábado a la zona centro-sur y que ha dejado unos 795 muertos, cientos de desaparecidos y una cifra aún no determinada de daños materiales.

La jornada estuvo marcada por el férreo control militar que ejercen más de 11.000 miembros del Ejército que vigilan armados las ciudades afectadas por el seísmo, donde sólo un toque de queda de 18 horas ha impedido que siguieran ocurriendo saqueos a los comercios, los que ha incluido incendios intencionales y que hicieron que el temor a un nuevo terremoto pasara a un segundo plano ante la incertidumbre de los sobrevivientes a los actos delictivos.